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Mas para las madres

Madres

Madres, generalmente es a ustedes que cabe la educación de los hijos,

Sobretodo en el capítulo modales a la mesa, arreglar habitación, etc.

No sean perezosas! Es más fácil hacer que enseñar.

Pero tengan el valor, enseñen.

Y comiencen enseguida para que los buenos hábitos se vuelvan

una segunda naturaleza y no un procedimiento

para tenerse sólo delante de nuestras visitas.

Sé rigurosa! Ellos te odiarán a veces.

Vas a querer matarlos con frecuencia.

Es parte de la cosa entre las personas que se aman.

Pero un buen día alguien dirá cuan educado es tu hijo,

buena disposición, gentil, querido. Te desmayarás de la sorpresa y felicidad.

Nunca olvido de aquella historia de la madre que

se dirigió a un especialista en buenos modales para saber a qué edad debería mandar a su hijo al curso. Al saber que el hijo tenía tres meses de edad le respondió: “Pero tal vez ya sea muy tarde!”

No mueras de vergüenza si tu hijo hace un papelón delante de tus amigos.

No valores los errores ni le eches una bronca en público.

Nunca trates al niño como si fuera débil mental, ellos entienden todo!

Usa siempre un buen vocabulario.

Eso aumenta la capacidad lingüística de los niños y no te mueras de culpa si algún día es necesario frustrarlo, tipo promesa que no puede cumplirse, etc.

A pesar de lo que dicen los especialistas, un frustracioncita de vez en cuando prepara al niño para aprender a soportarlas cuando, a lo largo de sus vidas, lamentablemente aparezcan.

La mala palabra. Las dicen todos.

Hasta en la televisión, escrita en los periódicos, etc.

Pretender que un niño no las repita es delirio puro.

Vamos a moderar.

Pero la regla de oro sería:

mala palabra en el lenguaje cotidiano es una cosa,

pero no pueden usarse jamás en el momento de la rabia, de la pelea.

Eso también vale para los adultos.

Enseñen, obliguen a sus hijos a cuidar del lío que hacen.

El vaso de Coca cola? De vuelta a la cocina.

La revistita que terminó? Al dormitorio.

Los millones de papelitos de golosinas? Un bollito y al cenicero.

La lista no tiene fin porque la imaginación de un niño para instalar el caos donde quiera que esté también es infinita.

Algunos mandamientos:

No salir para servirse corriendo antes que los demás.

Lo ideal, de hecho, sería que los niños hasta cierta edad tomaran las comidas antes que los adultos, con las madres allí al lado, patrullando los buenos modales.

No dejar caer ni siquiera un grano de nada en la mesa.

No llenar demasiado el plato. Hay hambre en el mundo, etc, etc…

Se lo llenas, lo comes todo.

A partir de los cinco años, no cortar toda la carne de una vez.

Cinco? Tal vez haya exagerado. Siete.

No mezclar carne con pescado.

Pasta con papa, etc. Eso es cultura.

Pedir permiso para levantarse cuando la comida termina, poder alegar que tiene que estudiar, para evitar aquella tortura de quedarse en la mesa hasta la hora del café.

Un suplicio.

No dar un portazo estruendoso ni cuando se pelee con el hermano.

Sólo gritar si fuera mordida de cobra.

O quedarse mudo o estático dentro del ascensor.

No llamar tía a la amiga de mamá.

Mejor dicho, no llamar a nadie tía a menos que sean las tías de verdad.

Y sólo para dejarlo bien claro: tía Rosita, tía Helena, nunca sólo tía.

Adoro los bebés! Cuando comienzan la edad de correr, confieso que los adoro un poco menos.

Tengo que decirlo bien bajito para no ofender a las madres.

Vamos entonces a hablar de esta fase sublime:

Les gusta pasar por el espacio de quince centímetros que existe entre el sofá y la mesa, hacen carreras en una sala de dos por tres.

Ponen la silla delante de la televisión. Se cuelgan de lámparas, pintan las paredes de la sala, el techo y etc etc y todo a los gritos.

Pienso que tal vez sea la fase de mayor energía del ser humano.

Ah, la edad de las guerras de almohadas, de almohadones que vuelan por la ventana.

Padres jóvenes aman estas cosas.

Todo bien.

Pero no les extrañe tanto si algunos de sus amigos no disfrutan tanto cuando ustedes pasen esta fase tan adorable de sus pequeños.

Los niños son realmente difíciles, es necesaria mucha paciencia para aguantar las cosas que con frecuencia se arreglan para hacer.

Pero los niños crecen, y un día quieren traer a la novia a dormir a casa.

Dinero para el motel sólo si tú se lo dieras.

Entonces qué hacer?

Claro, uno comprende la situación, pero francamente,

tener que cruzarse en el pasillo con la chica despeinada en camiseta y cepillo de dientes en la mano tal vez preguntando:

“Tía, me podrías prestar un cepillo para el cabello?”

Ok, se lo das. Pero, y si tienes tres hijos?

Serán tres chicas?

Creo que les dejaría la casa liberada los fines de semana

e iría a dormir al sofá de la casa de mi madre,

de un amigo, en el banco de la playa, dejando a la muchachada a gusto.

Ellos y yo tranquilos.

Pero sólo hasta domingo a las diecinueve horas, ni un minuto más.

Incluso los hijos más modernos suelen ser súper estructurados en relación a sus propias madres.

Por lo tanto, ve anotando, enfrente a los hijos:

Madre no sale con hombres, no toma más de un trago,

no dice que le parece que Jeff Bridges está bueno.

Perdón! Madre no pronuncia esas palabras.

Ni sabe lo que quieren decir.

Madre no tiene pasado.

Sólo hablen de recetas, niños, ofrézcanse para llevar un vestido a la costurera para arreglar, tengan buenas direcciones para dar.

Consejos de cocina, cuenten cómo era el mundo en su tiempo,

Sus hijos van a amarte y después de esa fiesta, ve corriendo a tomarte un whisky doble en el bar de Bonju para que no te de un infarto.

En compensación, enfrente de los nietos, haz todo lo que no debes y mucho más!

Nietos suelen adorar a las abuelas, digamos, fuera de los patrones.

Es que ellos saben que van a poder contar con ellas

como fuertes aliadas en las crisis de los padres.

Cruel? Eso es lo que hace el Equilibrio de la Vida.

 

Pedro Bial

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